domingo, 26 de septiembre de 2010

Palabras


Estoy enamorada de las esdrújulas, desde que el apellido de un antiguo amante era una de ellas, carismática y categórica

[nunca pude llamarlo por su nombre de pila, era imposible resistirme al influjo de esas sílabas armónicas ]

Digo muchas palabrotas. Me caen bien: son las hermanas marginales, a pesar de ser impúdicas y valientes nunca se las juzga con benevolencia. Son eléctricas descargas, piropos viscerales.

[no escapan al sexismo, con la consabida disparidad de significado entre coñazo y cojonudo]

Y qué me dicen de esta joyita de la RAE:

calientapollas.

1. com. vulg. Persona que excita sexualmente a un hombre sin intención de satisfacerlo.


[en la facultad hice un trabajo afirmando con rotundidad que yo proclamaba mi derecho a ser una calientapollas, mi derecho a seducir, jugar y llegar donde las ganas o mi cuerpo decidiesen
¿acaso alguien dictaminó que "tienes que llegar hasta el final o si no, te hubieras quedado quietecita y sentadita"?
además me preguntaba porqué no existía el término "calientavaginas", ni otro parecido
¿acaso no nos frustramos las mujeres cuando parecía que iba a cuajar con tal tipo el tonteo y al final nada de nada?
sí, claro que nos jode, pero en vez de ponerle un adjetivo al otro despreciándolo, tendemos a pensar que no valemos lo suficiente]

No tolero, ya que estoy, llamar "consolador" a cualquier aparatejo para la estimulación sexual, como si el coito fuera lo único valioso y lo demás fuera secundario, el premio de consolación...

Hay palabras desgastadísimas, otras esperando impacientes ser estrenadas.

Me gusta cuando, a veces, una palabra común me suena extraña, como cuando la repites una y otra vez
[el significante da volteretas, se marea y vomita un poco de significado]

Desnudos, les enseño con caricias las partes de su cuerpo, tirando de ése otro diccionario, el técnico, que también habita en mis sinapsis: hueco poplíteo, ísqueon, escápula, dorsal ancho, mastoides, hipocondrio derecho

Me gusta que me hablen en un idioma que desconozco, algún relato antes de dormirme o palabras sueltas entre beso y beso [hipnotizada con la fonética, imaginando el significado que más me apetezca]

A veces, espero algunas palabras impacientemente y, cuando llegan, hago como que no las he escuchado, en una especie de bloqueo sensorial
[creo que me estoy enamorando de ti.
no olor, no sabor, no tacto. sordomuda, o peor aún, verbosidad inadecuada que me hace pulsar el botón de alarma y me altera aún más los centros neurálgicos que controlan los sentidos]




[cuando la ausencia es presencia son tantas las impaciencias que odio no poder más que escribir "te abrazaría" "lo siento mucho" "tengo ganas de ti", deseando demostrarlo con mi esencia visible y tangible...]

1 comentario:

  1. ¿Qué te puedo decir? Soy una mujer que piensa igual que tú y que pide que le hablen mientras se van calentando coño y polla porque son las palabras el mejor combustible. Soy una mujer hasta los cojones del machismo. Soy una mujer amante de las palabras que se si se siente poco amada calienta con la peor de sus intenciones, y que son muchas más las veces en las que se divierte calentando que ardiendo.
    Me encantan tus palabras.

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