jueves, 22 de abril de 2010

Cansancio utópico

A veces me llaman utópico. Y no lo niego.

Algunos libros llevan escritos lo que en ocasiones necesitamos leer para apuntalar aquello que queremos ser. Y nuestros difuminados pensamientos los leemos entre páginas de un autor con el que nos acabamos sintiendo hermanos en la distancia y el tiempo, igual que cuando esperamos escuchar nuestras propias palabras de boca de otra persona para saber que hemos encontrado a quien buscábamos.

Uno de estos libros me hizo enorgullecerme de ser un perdido en utopías:

...entendiendo utopía como anhelo de una vida justa y feliz, que procede al imprescindible análisis de la realidad social imperante y a la dilucidación de los oportunos medios para transformarla... 
...una meta inalcanzable, para no dejar de avanzar, para no llegar nunca...
...la eliminación de los elementos utópicos significaría un estancamiento inimaginable, el cese de la voluntad de perfección en una sociedad sin metas...
...la utopía se conecta no tanto con la simple espera, sino ante todo con esa espera activa que es la esperanza, el hombre no huye de la insoportable presión del presente hacia un futuro mejor, lleno de consuelos, sino que tiende a procurarlo. Tal audacia no torna su vida necesariamente más cómoda, sino con frecuencia más conflictiva...
La aventura de la moralidad
Carlos Gómez. Javier Muguerza

Y en ciertos momentos la carga en los hombros se hace notar, pesa un poco más. Porque hay momentos más grises, momentos en los que ninguna luz te recompensa el esfuerzo, en los que nadie te comparte carga. Y en los que además estás metido hasta las cejas en esfuerzos de vivir de una determinada manera. Momentos en los que de verdad estás muy cansado, como con demasiada presión atmosférica. Y en alguno de esos momentos, a veces, por un segundo, se cruza la duda en tus pensamientos.

¿Por qué tanta exigencia, de vida, de libertad, de ética, de justicia? ¿Por qué querer enfrentarte a miedos en lugar de resignarse a una cobardía cómoda? ¿Por qué renunciar al camino fácil, tranquilo y sin sobresaltos? ¿Por qué aspirar a disponer de tu tiempo sin perderse en la droga consumista? ¿Por qué desear personas que entienda hasta los útlimos rincones de tu alma cuando hay tanta gente con la que llevarse bien? ¿Por qué perderse en utopías existiendo un modo de vida tan previsiblemente sencillo? ¿Por qué...?

Tras la duda, ni siquiera necesitas responderte. La respuesta eres tú mismo.

martes, 20 de abril de 2010

Resúmenes

Vivimos condensando horas en palabras.

Quedo con cualquier amig@, un café. Hace tiempo que no nos vemos, somos demasiados, tenemos demasiadas cosas que hacer. Me sintetiza su vida, sus últimas experiencias. Doy pinceladas acerca del tema principal de mi existencia en este momento, empaqueto un momento importantísimo en tres minutos de conversación.

El presente es más virtual que nunca, es tan efímero que nos convertimos en magos de evocar el pasado.

Alguien me dijo que estaba cansada de los resúmenes que nos hacemos periódicamente, en vez de compartir el ahora efervescente de vida.

Resumimos el día de trabajo al llegar a casa, ante el disparo de un ¿qué tal?
Resumimos las vacaciones en nuestras fotos de caritas impostadas
Resumimos nuestros conflictos adultos con dos o tres traumas y dificultades infantiles

Conocemos a alguien nuevo, un amante, una amiga, un compañero de trabajo con el que se sintoniza. Para mostrarnos y demostrarnos escogemos párrafos de la historia de nuestra vida y los relatamos someramente; condensamos años enteros en varias anécdotas; enumeramos ciudades pisadas, labios mordidos, trabajos malogrados.

No nos cabe en la memoria cada minuto vivido.
Tengo la sensación cruel de estar perdiéndome demasiado ésta mi vida.

jueves, 15 de abril de 2010

LA CATEDRAL

La Catedral
Auguste Rodin
Museo Rodin, París

Dos números menos...

Desde hace algún tiempo, en días como hoy, me parecen un auténtico placer gestos, detalles que antes ni siquiera notaba: usar un pijama con el que me pueda mover a gusto, estarme callada y que nadie me hable, dormir con mis sábanas, elegir mi comida, pensar en lo que yo quiera o no pensar en nada, decidir qué hago con mi tiempo…..¡todo es tan valioso ahora!
Ahora, sin embargo, recuerdo un cuento:
Érase una vez un hombre que entró en una zapatería y pidió unos zapatos negros del 39. El zapatero, que era un hombre de gran experiencia, le dijo que él debía necesitar por lo menos un 41, le midió el pie para demostrárselo, comparó las ormas con sus zapatos, le ofreció el número mayor... pero éste hombre seguía en sus trece, compró el 39, pidió un calzador (porque no había otra manera de meter los pies en esos zapatos) y se alejó con sus zapatos nuevos sufriendo en cada paso.
En el trabajo, tras 6 horas usando los zapatos, el pobre tiene la cara desencajada, los ojos enrojecidos, las lágrimas saltadas. Su compañero de al lado, preocupado por él, le pregunta qué le pasa. Nuestro hombre le quita importancia, pero el compañero insiste. Finalmente le explica:
- Me están matando los zapatos, son dos números menos….Verás, es que últimamente no vivo una vida de grandes satisfacciones, en realidad, tengo muy pocos momentos agradables…….Con estos zapatos sufro terriblemente, pero dentro de unas horas, cuando llegue a mi casa y me los quite, ¿imaginas el placer que sentiré? ¡ Qué placer, tío, qué placer!

Titán

Raza de poderosos dioses derrotados finalmente por Zeus y los olímpicos. De ahí procede un término que hoy usamos para caracterizar a quien sobresale de forma descomunal en algo.

Titán es el satélite más grande de Saturno, y el segundo de todo el sistema solar. Hay quien dice que es nuestra futura casa, o nuestros futuros vecinos, o nuestras futuras preocupaciones, si quien allí vaya a nacer se da prisa en hacerlo. Las investigaciones apuntan a que Titán se encuentra en un estado muy similar al de la Tierra en tiempos prebióticos, esa caldera a fuego lento que supuestamente un dios preparó para que surgiera la vida. Qué lejos (o cerca, según se mire) queda la idea de dios cuando nos asomamos con curiosidad al espacio.
Único satélite con atmósfera, compuesto de hielo y rocas, y con supuestos océanos subterráneos, relieve de ríos y montañas... quizá nuestros herederos, con la antártida hasta arriba de porquería, decidan comprarse un adosado en una urbanización en Xanadú, región chic de Titán, y veranear en los anillos de Saturno... Todo esto imaginando que a la historia de la humanidad le quede más de un par de siglos...

En la madrugada de hoy, pero en 1912, el Titanic se hundió en su viaje inaugural. En 1898, antes de que el famoso barco fuera ni siquiera diseñado, Morgan Robertson escribe Futility. El libro cuenta la historia de un transatlántico de lujo considerado inhundible. Guarda curiosas similitudes en tamaño y características con el Titanic. Incluso fue botado en el mismo puerto en el que éste comenzó su fatídico viaje. Por si fuera poco, ambos chocaron una noche de abril con un iceberg y se hundieron en el atlántico, ninguno tenía botes ni para la mitad del pasaje, y en ambos naufragios murieron más de dos mil personas. Tenía imaginación el amigo Morgan, ¿eh?
Su barco se llamaba Titán.

Titán, luna de Saturno

miércoles, 14 de abril de 2010

Demos tiempo al tiempo:
para que el vaso rebose
hay que llenarlo primero.

Antonio Machado
Proverbios y Cantares

lunes, 12 de abril de 2010

El patrón amistad

Cuentan que en los inicios de nuestra historia se opinaba que en los laboratorios deberían estar los más inteligentes; en las fábricas, los más ecológicos; en los hospitales, los más sensibles; en los gobiernos, los más sinceros; en los tribunales, los más justos; en las arcas, los más solidarios. Dicen que los maestros debían ser los mejores de la sociedad, y que ser padre o madre era la tarea más difícil. Los filósofos escribían las leyes. Los que todos admiraban eran los más sabios, a quienes se quería por amigos.  

Más tarde alguién opinó que todo esto estaba mal, y que todos deberíamos poder acceder a cualquier cargo de la sociedad. La idea gustó, pero como había pocos cargos para tantos ciudadanos, inventaron las oposiciones, para filtrar según la memoria al leer, y las elecciones, para filtrar según el carisma al hablar. El sistema funcionó. La sociedad comenzó a admirar a los más guapos y carismáticos, sus nuevos amigos, olvidándose ya de los sabios. El maestro empezó a ser un cargo mal pagado. Y los padres y madres no se preguntaron si serían capaces de tener hijos, simplemente los tenían. 

Pasado un tiempo, alguien alarmado protestó porque esta terrible sociedad no se daba cuenta que lo más importante, antes que la igualdad o la justicia, era la amistad y el amor. Su idea caló oculta entre el pueblo, y aunque no se cambió el sistema, todo el mundo sabía que podía llegar a cualquier sitio teniendo los suficientes amigos. Dignos de admiración eran aquellos que compartían amistad con más personas, independientemente de cómo fuera cada uno de sus amigos, lo importante era el nexo, no el por qué del amor. Incluso algunas redes sociales construidas en un invento moderno llamado internet, permitieron a sus miembros competir y presumir de su número de amigos.

miércoles, 7 de abril de 2010

El oso humano

Hace tiempo leí un cuento, esas fábulas que tan de moda han estado últimamente, sobre un elefante atado en un circo. La historia cuenta cómo un niño se preguntaba por qué un enorme elefante estaba atado a una pequeña estaca y sin escaparse, a pesar de que un animal de su tamaño y su fuerza podría arrancarla sin el menor trabajo. El maestro (o el dueño del circo, o el padre, o ese que siempre aparece en estos cuentos al final para enseñarnos la respuesta) le hizo ver que el elefante fue atado cuando era muy pequeño y no podía escapar a pesar de sus empeñados intentos. Luego pasó el tiempo y el animal nunca volvió a intentar huir pues ya había asumido que era imposible.

Claramente la moraleja es que muchas veces nos imponemos límites que ni siquiera intentamos superar porque en su día estaban ahí o porque los hemos aceptado como naturales. La moraleja es buena, de acuero, sin embargo, cuando escuché o leí todo esto, no podía dejar de pensar en otra cosa: el pobre elefante enorme y triste atado en un patio al servicio del circo en las horas de función.

Hoy, en uno de esos momentos semáforo-atasco he visto un cartel publicitario colgado de alguna farola anunciando alegremente la próxima llegada a la ciudad del Circo Blas (Blas = nombre del circo). Y su principal atracción, con foto del animal en posición bípeda, se titula el Oso humano, el cual, desgraciado de él, responde con acciones a 50 palabras que alguien le diga. Y me he vuelto a acordar del elefante en la estaca que parece grabado en mi memoria. ¡Malditos los circos!

Un oso es un animal que puede llegar a pesar 500 kilos y mide más de 2 metros. ¿Os lo imagináis en una jaula, o en un camión viajando de una ciudad a otra, o en el centro de una carpa disfrutando de sus 10 minutos para estirar las patas a cambio de contestar setándose o caminando a las palabras que le grite el que antes le azotaba? ¿Os imagináis a tigres y leones enjaulados? ¿A elefantes? ¿Veis sus caras? ¿No os parecen agotadoramente tristes?

Somos una sociedad en donde el premio que concedemos a nuestros hijos pequeños por portarse bien es asistir al Circo Blas en la feria local de la ciudad. Allí disfrutarán de ver animales secuestrados de su medio natural enfrentándose a la vara y al fuego. También les enseñarán a desternillarse contemplando como le patean el culo al payaso gordo. Y, si tienen suerte, podrán ver de cerca de nuevo a los animales al salir, escondidos apretados en sus jaulas, muertos de miedo.

Hazme un favor, no lleves a tus hijos al circo.

viernes, 2 de abril de 2010

¿No volveré a ser joven?

La vida me rodea, como en aquellos años

ya perdidos, con el mismo esplendor

de un mundo eterno. La rosa cuchillada

de la mar, las derribadas luces

de los huertos, fragor de las palomas

en el aire, la vida en torno a mí,

cuando yo aún soy la vida.

Con el mismo esplendor, y envejecidos ojos,

y un amor fatigado.

¿Cuál será la esperanza? Vivir aún;

y amar, mientras se agota el corazón,

un mundo fiel, aunque perecedero.

Amar el sueño roto de la vida

y, aunque no pudo ser, no maldecir

aquel antiguo engaño de lo eterno.

Y el pecho se consuela, porque sabe

que el mundo pudo ser una bella verdad



Francisco Brines
Aún no (1971)

La vida amurallada

...y la vida que se escapa, en qué bala está tu corazón...


La vida amurallada
Carlos Chaouen