jueves, 29 de julio de 2010

El Camino


..., y pensaba en él mismo, en los nuevos rumbos que a su vida imprimían las circunstancias. Le dolía que los hechos pasasen con esta facilidad a ser recuerdos; notar la sensación de que nada, nada de lo pasado, podría reproducirse. Era aquélla una sensanción angustiosa de dependencia y sujeción. Le ponía nervioso la imposibilidad de dar marcha atrás en el reloj del tiempo y resignarse a saber que nadie volvería...


El Camino
Miguel Delibes

miércoles, 28 de julio de 2010

Son las seis

Son las seis.
Hoy soy consciente de esta hora, de este momento del día porque estoy mirando el tiempo.
De seis a seis, sin pensarlo, van pasando los días, las semanas y ya estoy en la mitad de mis vacaciones; voy ya contando atrás.

Hace unos días escuchaba de fondo una conversación en la piscina: “ Ya está aquí la feria del pueblo, después se acaba el verano,…y sin darnos cuenta en Nochevieja y otro año más” Me resultó curioso ver cómo a todos el tiempo nos imprime una marca, una opresión que nos hace correr.

El tiempo a veces me parece algo escurridizo y efímero: “Coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto” y me quedo pendiente de cada instante contando minutos. Siento una angustia, una prisa que me obliga a llenarlo todo de acción, de hechos, …me impresionan que al final de la cuenta sumarán más.

Otras, sin embargo, se me antoja algo eterno, largo, pausado: “Monotonía de lluvia tras los cristales” Cuando uno anda esperando el fin de semana de acampada con los amigos, la cena con él, la noche de la ópera…la vida se organiza en grandes eventos como una ciudad de rascacielos brillantes…

Y hoy, ya más de las seis, estoy aquí sentada pensando en qué cosas quiero emplear mi tiempo dejando de lado las obligaciones, las tareas pendientes, las actividades socialmente impuestas,…

sábado, 24 de julio de 2010

Fobo y Deimo

Quizá sea simple herencia genética o cultural. Puro instinto de supervivencia tal vez. O sobreproteccionismo paternal en nuestra infancia. También podemos subir el nivel paranoide para aventurarnos en especular sobre un control de los dueños del mango de la sartén para enjaular a su masa, mecanismos encubiertos para evitar revoluciones, publicidad moldeadora... Sea como fuere, hoy día respiramos más miedo del que necesitamos.

Probablemente no hay mejor forma de controlar a las personas que controlar sus temores. Y si alguien se planteara diseñar al individuo estándar ideal (vida en familia, con trabajo estable, conformista y consumista, muy consumista) podría optar por inyectar, sin que se notara, algún que otro miedo de más. Y sin saber cómo, el ciudadano medio siente pánico ante la posibilidad de no tener trabajo, de dejar a su pareja tras varios años y poderse quedar solo, de no tener hijos que puedan acompañarle en su vejez, de ser menos que su vecino. Necesita invertir en su seguridad, contratar muchos seguros, comprar un buen piso en un barrio tranquilo, un coche donde no matarse sea el golpe a la velocidad que sea, limpiar todo, pues todo puede estar contaminado. Acudir a revisiones médicas, comprar la comida más sana publicitariamente hablando, viajar a los lugares y con los medios establecidos... 

Pero hay algo más. También está ese otro miedo interno, más difícil de combatir. Miedo a la muerte. A la soledad profunda. Al dolor. A no aprovechar nuestra vida. A la mochila de preguntas que te acompañan y que procuras silenciar. Miedo a cambiar de vida. A hacer eso que sabemos que haríamos bajo esas otras circunstancias que no alcanzamos a definir.

"...de no tener valor para buscarte y cometer todo delito que este amor exija..."

NOTA: Fobo y Deimo eran los dioses griegos del Pánico y del Temor. Eran hijos de Ares, dios de la Guerra, y Afrodita, diosa del Amor. Quizá sea ahí donde nacen nuestros miedos, cuando el sexo une al amor con la posibilidad de morir.

miércoles, 21 de julio de 2010

Perversiones

Confieso entender las perversiones ajenas, reconocerlas como si en otra reencarnación me hubiesen pertenecido. La vida me ha puesto en esta partida como jugadora que recopila desviaciones vomitadas por los demás.

Confieso relamerme con los vicios propios.

Perversiones son denunciar en el trabajo lo que el jefe no quiere oír. Saber que hay comentarios que van a suponer la propia crucifixión y, pese a todo, soltarlos al aire.

Pervertido está el sentimiento de no conformarse con hechos que confirmen, sino querer escuchar palabras huecas y hechas, aunque puedan ser mentiras.
[Hay frases que son enemigas de la verdad, pero entran por las venas tan fácil que el corazón agradece esa falsa medicina]

Me excito si me cuenta cómo le apretaba los muslos (hace el gesto con la mano, muslos firmes por el deporte) a una 'ella' que encontró hace tiempo.

Mis vicios de cordón umbilical, de sustituir las comidas por el chocolate, de amor plural, de rellenar formularios de solicitud de deseo, rubricar cheques de excitación ajena, hundirme en el fango cuando la superficie me aburre.

Confieso que necesito cierta dosis de perversión.

Pero sigamos disimulando normalidad, asintamos cuando nos lo pidan y critiquemos aquello que en la soledad disfrutamos o desearíamos saborear. Tanteemos con cuidado por dónde van los caminos tortuosos de los demás, tengamos miedo de extralimitarnos y caer en la locura o la perdición. Apreciemos el gusto de lo prohibido, pero culpémonos por lo mismo.

domingo, 18 de julio de 2010

YO... (cuarenta y tres)

Yo te amaba,..o no te amaba, nos conocimos desde siempre o nos encontramos de repente, pero en un momento decidí compartir lo que soy contigo. Tal vez creí que el amor sería eterno, o quizá las circunstancias me obligaron. Tuvimos hijos, o perros, o esperanzas. Fuimos felices o fuimos desgraciados. Viajamos a Galicia, a Estambul, a Bora Bora…o no viajamos en absoluto…Eso ya no importa.


Lo que importa es que un día acabó…para ella.


Un día, ese día, ella sale a la calle sonriente (o triste) a la compra, a visitar a una amiga o vuelve a casa. Tal vez ella era guapa (o fea), joven (o vieja), amable (o gruñona),…qué más da. Era.


Ella era libre o podía serlo.


Pero ERA, porque las mujeres muertas ya no son.


sábado, 17 de julio de 2010

Solos ante el fuego

Supongo que aquellos primeros hominidos que gustaran de quedarse solos ante el fuego, o que caminaran algo alejados del grupo, o durmieran un tanto apartados... fueron todos extinguidos, devorados por fieras, muertos en accidentes sin auxilio, o perdidos en la noche. Por contra, aquellos que mutaron para temer a la soledad, les sobrevivieron, y de ellos heredamos la carga genética que nos hace sentir un no-sé-qué cuando nos vamos a dormir sin compañía.

Y quizá sólo sea por esto por lo que nos organizamos bajo el principio de la pertenencia al grupo, la no individualidad, la no personalidad, la masa. Por eso olvidamos nuestros problemas diluyéndonos entre gente, aunque desconocida. Tal vez por lo mismo, en noches de brisa fresca, cielos estrellados y corazón abierto busquemos alrededor a alguien a quien cogerle la mano. Quizá sólo por eso, por simple supervivencia, sintamos la necesidad interna de amor o amistad.

A veces me cansa ser animal. Me cansa lidiar con instintos y codificaciones genéticas diseñadas para vivir y procrear en un mundo que ya no existe. Las fieras ya son colecciones del zoo, la noche murió entre bombillas y linternas, y la soledad sólo es un peligro para turistas incautos en países conflictivos.

Necesito nuevas mutaciones que actualicen mis instintos al mundo de hoy.

viernes, 16 de julio de 2010

WHATEVER WORKS


“Whatever works”, así acaba la última película de Woody Allen: Todo vale.
Fue como una inspiración, una revelación… Y es que a veces me pasa que las ideas cruzan por mi mente, como fantasmas que no veo pero que me erizan el vello de la espalda. En ese magma, en un momento, un comentario sobre el tiempo, el título de un libro, el estribillo de una canción trillada o el final de una peli, dan forma a una de esas ideas rompiendo su cotiledón y florece…

… una idea…
Esa es mi idea: todo vale. No es que literalmente todo valga, ni mucho menos. Es un “porqué no” muy concreto:
Por esta vez, olvido el miedo. Voy a dejarme llevar por la incertidumbre del porqué no. Que el río corra, que el pájaro vuele, que la mata crezca…no voy a esconderme en mi coraza, esta vez no.
No es que él sea mejor que el resto, es que he estado seca por dentro y hoy siento. SIENTO. Degustaré cada oportunidad libre de esa decepción anticipada del adiós, del fracaso. ..¿y si la cosa funciona?

Y si no funciona, y el río corre a la mar, habré besado, habré reído, habré conocido, habré esperado y habré querido….y en los días tristes en que llueva por ti, seré feliz por sentir el dolor como la vida en mí

jueves, 15 de julio de 2010

Facilidades

Hay cualidades o condiciones que nos hacen más fáciles las cosas. La estocástica de nacer de un sexo u otro, en una u otra parte de este planeta continuo que interrumpimos con fronteras invisibles pero férreas. La belleza que abre puertas, que encuentra con más facilidad una sonrisa en la cara que la mira y admira (¿qué intrincados mecanismos biológicos nos vuelve más amables con los guapos?)

En la cara de esta moneda que siempre toca el suelo están o estamos todos aquéllos que debemos esforzarnos un poquito más que el resto para conseguir partir desde la misma línea de salida.

Suerte.

Ayer alguien me dijo que se quería quitar la vida para eludir un proceso judicial. Juzgado de lo penal. Con una biografía plagada de delicuencia y habiendo dinamitado todas sus relaciones personales.

Hay catorce kilómetros de mar entre Europa y África.

"Te voy a hablar de tú porque eres tan jovencita..." "¿No hay un hombre para atenderme?"

Supongo que cada cual viene con su saquito de facilidades, todos tenemos una ración de ellas. Pero no todas valen igual, y no todos sabemos jugarlas bien.

En el informe señalé la manipulación, la finalidad evitadora de la responsabilidad.

jueves, 8 de julio de 2010

Algunas cosas que se han visto en este mundo

Son numerosas las referencias a que la falta de estímulo afectivo en la primera infancia condiciona mermando la capacidad de amar que tenga el ser humano. Lo he leído decenas de veces. Pero no deja de sorprenderme.

El bebé con adecuado aseo, alimentación, vestido, etcétera, pero que no es amado primero llora, trata de llamar la atención. Después, a los días, se le agota el llanto y sólo se queja. Deja de crecer (¿para qué desarrollarse sin amor?). Más adelante persiste y se acusa la pérdida de peso, rehúsa ya el contacto humano y es proclive a contraer infecciones. Muchos de estos bebés con necesidades cubiertas pero sin amor mueren.

¿Puede haber una prueba más evidente de la importancia del afecto en nuestras vidas?

Ama.

martes, 6 de julio de 2010

Perdidos

Dice Richard Dawkins que los genes diseñaron máquinas que utilizan para su propia supervivencia y expansión. Nosotros somos una de esas máquinas. Aún nadie me ha definido de una forma mejor. Nuestra máquina, nosotros, surge en el transcurso de infinitas mutaciones. Terminará autodenominándose como homo sapiens y se autoproclamará como cumbre de la evolución. El tiempo dirá si se equivoca o no, en función de la tasa de suicidios de los años que queden por venir.

En sus orígenes la máquina desarrolla un lenguaje que le permite enlazar objetos con palabras y su concepto, nace el pensamiento y la abstracción. De ahí la comunicación, la herencia cultural, la organización social y la tecnología. Con esta semilla creciendo a su suerte en el cerebro humano, las neuronas empiezan a trabajar en dos caminos: uno que se plantea lo de fuera, y otro que no deja de mirar adentro. El primero pasa por la agricultura y la ganadería, la polis griega, el nacimiento de la ciencia, surgen las religiones, los imperios, los reinos y la democracia, Galileo, Newton, Einstein, humanistas, ilustrados, comerciantes, burgueses, proletarios, nos hacemos capitalistas, comunistas, consumistas, de izquierdas y de derechas, rebeldes y revolucionarios, conservadores, trabajamos sin saber desde cuándo y ya ni sabemos por qué, nos encanta el dinero, necesitamos casa, coche, tele, ropas, viajes y ordenadores, jugamos a inventar y llegar cada vez más lejos (si existe el lejos dentro del infinito), nos reproducimos llenando el planeta y pecamos de superpoblación y explotación agresiva. Por este camino, los genes pueden estar orgullosos de su máquina.

Pero por el otro, la semilla del pensamiento y la abstracción, junto con la cada vez mayor esperanza de vida y el tiempo desocupado en lo que debería ser nuestro trabajo de esclavos genéticos para comer y reproducirnos, ha desarrollado un hilo más peligroso, empezando en un qué, por qué, quiénes somos y el temido para qué... Parménides y el no-ser, la muerte de Socrates y las Ideas de Platón, el genio de Aristóteles, Kant, Marx, Nietzsche, Sartre... el vacío interno, la desesperanza, las preguntas, las no respuestas, la soledad, la oscuridad... y los inventos, inventos para tapar huecos, vestir ropas de marca, triunfar en el trabajo, moldear el cuerpo, estudiar todos los libros, viajar a todos los rincones, amar y ser amado, el sexo, las otras drogas, la filosofía, la religión... Busca, busca, busca... seguirás perdido. Estamos perdidos. Este otro camino es un fallo genético. Y quizá algún día nuestros genes lo paguen con su extinción.

domingo, 4 de julio de 2010

Copito de nieve (al microscopio)

Existen unos besos de Cortázar que dicen:

No me des tregua, no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre,
que cada cosa cruel sea tú que vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,
naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil,
no seas caricia ni guante;
tálame como un sílex, desespérame.
Guarda tu amor humano, tu sonrisa, tu pelo. Dálos.
Ven a mí con tu cólera seca de fósforos y escamas.
Grita. Vomítame arena en la boca, rómpeme las fauces.
No me importa ignorarte en pleno día,
saber que juegas cara al sol y al hombre.
Compártelo.


Yo te pido la cruel ceremonia del tajo,
lo que nadie te pide: las espinas
hasta el hueso. Arráncame esta cara infame,
oblígame a gritar al fin mi verdadero nombre.

Tengo un amante lejano.
Etéreo y deletéreo.
Le escribo frases que nunca tienen respuesta. Le escribo por ejemplo que me siento como una niña con la que alguien juega a tirar del palito de la piruleta justo cuando saboreaba el caramelo inundándole la boca. Una y otra vez.

Mi amante habita los grados bajo cero. Él nunca leerá esto, serán más frases sin respuestas.

Quizás mi condición dionsíaca sea la responsable de desollar la cáscara que cubre mis deseos y, despojados éstos de protección alguna, lanzarlos envueltos en fuego para que lleguen e incendien. Abrasándolo.

No tengo miedo a la desilusión de no querernos. Tengo pánico a perderte o perderme sin haberme vaciado de tanto deseo efervescente.

jueves, 1 de julio de 2010

Re-clamando al cielo

En esta cultura nuestra parece que lo accidental no existe, no puede existir. Es la cultura de la reclamación, donde todo debe tener una causa y un responsable, todo suceso es consecuencia directa e inequívoca de una situación que no se debió haber producido. Tenemos la presunción de que nuestras vidas están bajo control, de que el mundo es un lugar predictible y racional, que la autoridad es responsable porque ostenta poder. Es la cultura de la inmortalidad, donde desde la apariencia a los deseos todo pasa por omitir ese inoportuno inconveniente que es la muerte. Más que nunca la necesaria extinción de la vida está desterrada del imaginario colectivo, y cuando la parca nos toca cerca puede sumergirnos en una agonizante espiral de búsqueda del porqué. No es tolerable aquello que contamine nuestra burbuja idílica. El preclaro equilibrio que hemos construido con mucho esfuerzo, mucha represión y poquísima conviccion.
Que la sopa está fría, que has suspendido, que el avión se retrasa, que el abuelo se ha muerto, que un niño se ha muerto, que él ya no te quiere, que el azar te estrelló una maceta en la cabeza...