lunes, 20 de septiembre de 2010

Hagamos un puente

Me gusta la imagen de un puente entre dos personas.
Puente que, como reza la foto, intente combatir cualquier fanatismo.

Hay puentes construidos en forma de lenguas entrelazadas. Hay miradas tan intensas que solidifican. Hay manos tendidas y sujetadas con fuerza. Dos cuerpos desnudos, esa extensísima superficie de piel y deseo, se unen por ese puente relleno de sangre, férreo, que va de él a ella, de ella a él, en el viceversa que significa al puente.
Hay puentes tejidos con palabras, a miles, pétreos y profundos, que resisten todas las catástrofes naturales.
[me encantan ésos]

También se me viene a la cabeza las casitas de Frida y Diego, unidas por un puente que pretendía, manteniendo la libertad, no hacerla tan fanática.

Porque hay puentes que encadenan y otros que permiten que el aire circule mejor.

Libertad es uno de los conceptos más interesantes que tenemos. Me encantó leerla al lado de una palabra tan lacerante como fanatismo. Yo, que soy exclava de la libertad, temí convertirme además en fanática de la misma. Porque una cosa es estar subyugada por un dueño, y otra es, además, idolatrarlo.

Por eso me gusta la imagen de los puentes. Me imagino radiando construcciones a mi alrededor, transitadas bidireccionalmente, haciendo y deshaciendo. Me tranquiliza. Me permite no sentir culpa por no querer diluirme en el otro. Me ayuda a creer en la posibilidad de la unión visceral respetando los límites de la piel.

No quiero pertenencias, pero sí eliminar impuestos y restricciones, esperarlo con las puertas abiertas (los brazos abiertos, y la boca y la mente abierta, y abierta las ganas, y abiertas las piernas... y el corazón).




(La foto es malísima, lo sé, tenía mucha prisa pero quise pararme un instante a grabarla, la hice ayer...)

2 comentarios:

  1. No sé si sabrás eso del juego de la oca: de puente a puente y tiro porque me lleva la corriente.
    Hay puentes que no sólo quiero que sean lugares de tránsito, sino sitios donde poder sentarme a comer un helado o desde donde poder tirarme en cobarde metáfora.
    Me gustan los puentes, me gusta la foto y me encanta como escribes.

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  2. ¡Gracias, Sara! Había olvidado esa enseñanza de la oca, pero es genial, ir de puente en puente, dejándose llevar, llegando a horizontes humanos que sólo con los propios puentes no se podrían haber alcanzado... la corriente le da flexibilidad a esa imagen tan estructurada que dibujé.
    ¡Qué ricas tus opiniones y que podamos construir así!


    Y viajes.net... no tengo ni idea de lo que estáis hablando... a lo mejor es cosa de Nietzsche... Que no falte la suerte, de todos modos...

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