lunes, 12 de diciembre de 2011

Gerda Taro


Ayer fui a ver la exposición de fotografía de "La maleta mexicana", de Robert Capa y sus dos cercanos colaboradores. Me encandilan las fotos de la Guerra Civil española, se me agarran a los ojos, infestan mi cerebro y se quedan incrustadas en algún punto entre el estómago y mi corazón.

Yo ya sabía de ella. De Gerda. La conocí en un libro que tenía el Inacabado. Y la quise tanto ayer...

Quise ser ella, idealista alemana y judía que vive por momentos en ese París, en ese Montmartre que supura arte y renovación y que conoce a Endré Friedmann y juntos viajan a denunciar con su cámara las miserias de unos españolitos en guerra.
Gerta Pohorylle y Endré Friedmann: Gerda Taro y Robert Capa.

Ya sabía que eran pareja y que ella muere, a los 26 años, en Brunete, Madrid.

Aún así, el recorrido por la sala llena de negativos fotográficos que fueron escondidos en su momento y que han salido a la luz unos 70 años después de que se tomaran, me volvió a estremecer.

Quise ser ella, repito, con esa cara de tanta personalidad, con esa valentía, con esos ojos, hasta con esa manera de dormir. Quise mirar por su objetivo, saber lo que sentía, saber lo que pensaba de esa barbarie en un país ajeno al suyo; quise registrar lo que escuchó, las confidencias con Capa, las noches de insomnio y bombardeo, qué se dijeron la última vez que se vieron, en qué pensó cuando el tanque la aplastó.

Su vida no llena páginas de prensa rosa ni de novelas neuróticas, casi cabe en esa maleta mexicana y, sin embargo, cuánto habría que hablar de ella...

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