viernes, 18 de febrero de 2011

¿Esto será madurar?




Visité a mis padres el fin de semana pasado. En la que fue mi casa de pequeña, con sus olores, la almohada de mi cama, un frío seco que corta los labios, el silencio de un pueblo de la España profunda, el reloj de arena que se vuelve pegajosa y baja despacio.

Los miro. Con todo lo que eso implica.

Hubo una época en la que estaba agradecidísima de todo lo que me han dado. Otra, más recientemente, en la que me sentía resentida por sus errores, sus egoísmos disimulados, la carga que pusieron en mis hombros.

Un amigo me comentó el otro día que sus padres habían pensado separarse, a una edad ya madura, con todos los hijos independizados. Otro amigo volvió a comentarme ayer una situación parecida con los suyos. He pensado tantas veces que eso es lo que le convendría a los míos...

En el trabajo con niños, es importante rescatar a los padres. Puede que éstos estén ausentes por fallecimiento, porque el otro cónyuge lo haya eliminado del mapa después de un divorcio conflictivo, a veces por abandono, o porque nunca existió (madres solteras). Puede que esté lejos por trabajo, o por una orden de alejamiento. Para el sano desarrollo de esos niños es fundamental el trabajo de darles el lugar que por derecho tienen esos padres y ayudar a aceptarlos. Aceptar al que abandonó, al que abusó, al que ni se dignó a aparecer.

Hay una falta de concordancia entre la visión de la mayoría de los padres (que asegurarían que aman a sus hijos más que a nadie) y la de los hijos (que no nos hemos sentido muchas veces lo suficientemente amados).

Yo vuelvo a estar satisfecha con ellos, con mi padre y mi madre, con todo lo que esas dos palabras contienen para mí, con esas dos personas imperfectas pero suficientes. Pensé conduciendo de vuelta que lo mejor que me habían dado era cierta libertad para estrellarme y ciertas imposiciones que me hicieron rebelde.

Mirándolos, con todo el cariño que les tengo, descubrí que ahora sí estoy preparada para que desaparezcan.

6 comentarios:

  1. Qué duro pero efectivamente, qué maduro.
    Son palabras cerebrales...

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  2. Qué claridad de mente. Da gusto leer el orden que hay en tu mente.

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  3. ¿Estas preparada?
    Cuando parece que un ápice de ternura asoma en el texto,le das un final helador.
    Todos deberíamos estar preparados,es ley de vida,pero mi corazón se encoge ante esa realidad.
    No estoy preparada.

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  4. Gracias a todos por vuestros comentarios. Y por devolverme el reflejo de una frialdad que, aunque os parezca mentira, no era intencionada. Los amo. Y se me caerá el mundo. Pero no les tengo ya cuentas pendientes, y eso ya es mucho.
    (o eso me creo yo...)

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  5. Compruebo que tenemos mucho en comun al leer lo que has escrito sobre tus padres, tu vision de ellos. En esa vision hay espacio para el cariño y tambien para el desapego, y aunque es lo mismo que yo siento por los mios no me gustaria que mis hijos me sintieran asi. Un abrazo. Pilar, de "El efecto coriolis".

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