jueves, 10 de febrero de 2011

Miradas ajenas


Retazos de conversaciones que irrumpen en mi cabeza.

Sobre mis medidas.
Mi amante pretérito vuelve de visitar a la mujer que ama. Vuelve moreno y con cierto acento sabrosón. Me abraza y dice sorprendido, mientras comprueba que no me ha dado últimamente por llevar tacones, que soy enorme.

El hombre que vive a mil gélidos kilómetros me presta unos guantes que tiene en su casa porque las temperaturas lo exigen. Son de su chica anterior, que no los quiso, me explica. Me quedan pequeños. Los dejo puestos. [mis manos permanecen frías en su interior, frías e incómodas, dentro de un pasado demasiado estrecho para ellas]

Sobre mis instintos.
Dormirse sin ducha previa, pegajosos de fluidos y vida. Engancharse al otro cuando se tiene fiebre, sentir el cuerpo estremecerse y zambullirse en esa extrema sensibilidad corporal. Acostarse en verano con los pies sucios de andar descalza. Comer con los dedos, relamiéndolos. Olerse de verdad, sin edulcorantes ni colorantes.

El amante pretérito y el hombre de los mil kilómetros coinciden: eres demasiado sexual
Mi cerebro alega con sorna: tener oídos para esto... e inmediatamente corta los circuitos sinápticos para que esa sentencia no le llegue a las partes aludidas de mi cuerpo.

[Leo en un artículo que los abortos espontáneos (y por descontado los voluntarios) son mecanismos fisiológicos que la evolución ha preservado para defender la hegemonía de la decisión de la madre frente a los intereses del feto. Y lo releo desde la óptica de que en la mayoría de los encuentros sexuales que se dan en el mundo, las mujeres tienen menos oportunidades de imponer sus condiciones, siendo muchas veces el embarazo una imposición y una muestra del poder del varón. Y recuerdo que más de la mitad de los óvulos fecundados no llegan a implantarse y prosperar. Y sonrío de que el cuerpo tenga estos subterfugios para que el caos no sea tan masivo]

Puedo entonces seguir con lo que hacía, reconciliada con mi tamaño y mis instintos. Están equivocados, como tantas otras veces.


Imagen de Tamara Lempicka, "Andrómeda"

6 comentarios:

  1. Te imagino bellísima.
    Me encanta el cuadro y la teoría feminista. Lo de los 1000km...es muy lejos...
    Un beso

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  2. Gracias Sara por tener ojos que no miden ni comparan, siempre salva que alguien sepa mirarte de otra manera... je, los mil kilómetros a veces son nada y otras un abismo... Muchos besos

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  3. Anónimo: qué es? muy lejos? tendré que escribir entonces sobre esos mil kilómetros... leñe! jeje

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  4. Dan ganas de hacerte el amor salvajemente, perdona que te diga.

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  5. Me encanta todo lo que dices,remueves muchas cosas por dentro.Y sobre todo como lo rematas.Un abrazo.Pilar,del blog "El efecto coriolis"

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