Lo mejor de cualquier examen de filosofía es que puedes escribir lo que te dé la gana sobre temas importantes. Eso te hace sentir bien, más si es un examen. En el mío de ayer escribí que el ser humano no consigue ver las injusticias a no ser que sea él quien esté bajo el yugo de la opresión. Lo hice pensando en la Ilustración y el feminismo. Pero hoy, repasando las noticias del periódico, me he acordado de nuevo de esta reflexión.
Mohamed Bouazizi era un tunecino con diploma universitario en informática, pero su única opción como medio de vida era una humilde frutería que la policía intentó cerrar. Se cansó de soportar el yugo y decidió prenderse fuego, inmolarse entre llamas. Fue el hombre mecha, su gesto encendió la revolución de los jóvenes árabes que lleva derrocados dos gobiernos pseudo-dictatoriales en Túnez y en Egipto. Este héroe murió veinte días después de su hazaña.
No sé quién actuó como detonante en la Revolución Francesa. Allí se tiraron a la basura todos los privilegios de nacimiento de determinados hombres, y se empezó a hablar de libertad, de igualdad, de eliminar la opresión sobre el pueblo. Cuando después las primeras feministas preguntaron por los derechos de la mujer, ya no fueron escuchadas. Porque ese pueblo de hombres que antes defendía con la razón un sistema más justo, ahora se apoyó en lo irracional de los prejuicios para sustentar su posición opresora sobre las mujeres.
En la Plaza Tahrir, el pasado viernes, los egipcios revolucionarios celebraban su triunfo sobre el sistema dictatorial. En algún momento, un grupo de ellos rodea a unos periodistas, consiguen aislar a la reportera Lara Logan, y abusan sexualmente de ella durante casi media hora. Sólo la intervención de otras mujeres y algunos soldados consiguió rescatarla.
Siento ser portador de malas ideas en este post. Pero el ser humano es así. Te permite escribir las mejores y también las peores frases sobre él en cualquier examen de filosofía.
jueves, 17 de febrero de 2011
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Todas las maldades y las bondades que hemos visto a nuestro alrededor a lo largo de la historia caben en un único ser humano. Somos dios y satán a un tiempo, todos y cada uno de nosotros. Lo curioso es que lo disimulamos bien, juzgamos y nos escandalizamos, envidiamos y alabamos. Haciendo como que no sabemos lo que es tocar el cielo y el infierno con nuestras propias manos.
ResponderEliminarEs una cuestión de fuerza.Como especie,en general Hemos cambiado poco desde el Homo sapiens.
ResponderEliminarMe viene a la mente la imagen de unas soldados estadounidenses maltratando de manera brutal a hombres en la guerra del golfo.
En muchas ocasiones el ser humano es patético