Habitación de hotel. Aguantando el sueño con palillos en los ojos como andamios de párpados muertos. Declaración de guerra al jet lag. En el país donde hoy, el solsticio de verano, da igual. Todos los días del año el sol sale y se esconde a la misma hora con puntualidad cansina en Ecuador. De un modo u otro esto debe influir a la gente de por aquí. Quizá estén menos relacionados con los ciclos naturales. Quizá todo parezca más estático. No me gusta como conducen, ni el sabor del agua. Me gustan sus volcanes y su amabilidad. No me gusta su urbanismo, pero me gusta su naturaleza.
Hay algo irreal cuando te levantas del asiento de un avión a una hora que no existe (porque no sabes qué hora es ni en qué franja horaria estás) y recorres el pasillo hasta la cola. Mejor aún si llevas auriculares con música. Caminas sigiloso entre la embriaguez y la resaca de un cuerpo que no sabe dónde lo llevas. Y un montón de caras te van mirando. Todas esas personas arropadas con las mantas polares que amablemente reparte la tripulación (¿no sería más fácil bajar el aire acondicionado?). Rasgos indios, ropas distintas, acentos, entonaciones, ojos, algún rubio alemán o inglés, dormidos o con mirada perdida. Los humanos... la de cosas raras que hacemos cuando nos paramos a pensarlo a diez mil metros de altura sin tener idea de la hora que es. Sólo cuando escapas de las reglas del espacio-tiempo parece que somos libres para analizarnos sinceramente.
Me gusta observar a las personas. Los gestos. Cómo miran. Cómo cogen los objetos. Cómo caminan. A fuerza de observar me doy cuenta pronto del que no me va a ser sincero, del que me pregunta y da igual lo que le responda, de la chica a la que no le intereso, del transparente, del que sabe guardar secretos, del actor, del que no es buena persona. (Todo es ingenuidad por mi parte, siempre habrá quien te sorprenda. Por suerte)
Me llama la atención como intentan relacionarse unos con otros. Por ejemplo, en una fiesta. Los intereses en liza: llevarte a la cama, besarte, tener alguien que me escuche, reírme, conocerte, entretenerme, que me quieras, que me quieran, que me vean contigo, no estar solo... Por esta noche o para toda la vida. Cada cual con su tema. Y observarlos desde fuera te hace de nuevo sentir lo simple y complejos que somos.
¿Por qué será que buscamos cosas sencillas por los caminos más complicados posibles?
lunes, 22 de junio de 2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario