jueves, 24 de marzo de 2011

Timbre


Llevaba mucho tiempo sola.

Su casa, un castillo. O una trinchera, y a veces un iglú. O una burbuja, un refugio antimisiles, o una caja de cerillas [y su piel, ya lo sabemos, altamente inflamable].

A veces cenaba chocolate
Y lo desayunaba también

Siempre fue desordenada
Siempre se disculpaba cuando llegaba visita [dedo-automático-en-el-botón-del-play: disco rallado que había escuchado desde pequeña]

Se desnudaba cada noche delante del espejo.
Escribía palabras o plantaba besos de rojo carmín en todos los espejos.
A veces bailaba delante del espejo con zapatos de tacón [sólo]

Había pelusas y bichos pequeños. Y muchas plantas [todas con nombre propio, a las que hablaba, como le enseñó su padre] que la conocían y le perdonaban que se le olvidara regarlas.

Llevaba tiempo sola, en su caótica armonía.


Y un día alguien vino a tocar a su puerta...

6 comentarios:

  1. Toc, toc, toc.
    ¿Quién podría ser?

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  2. Adoro cómo te ha quedado esto. Yo de mayor voy a ser así.

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  3. Gracias Mariette, gracias...

    Olvido, ¿quién puede ser? ¿quién o qué toca a tu puerta?

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  4. Es absolutamente genial.

    (Has logrado engañarme y por un momento he pensado que me conocías pero yo no tengo bichos pequeños, sino una gata de ojos amarillos).

    Por cierto, gracias por la visita.

    Y me ha encantado este post.

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  5. ay, sí, yo amaría con fruición a una gata cualquiera de ojos amarillos o morados... pero mi corazón me dice que en una casa sin tejado donde pueda salir a maullar a la noche, la gata se marchitaría... así que me conformaré con los insectos

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  6. Me encanta. Una vez mas me veo reflejada. Un abrazo.

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