martes, 22 de marzo de 2011

Momentos

Apoyada en el quicio de la puerta.
Pintabas.
de espaldas a mí.

Te miraba; concentrado; llovía detrás de los cristales de la ventana, fuera del mundo donde tú pintabas.

Cuatro paredes, un lienzo, libros de arte en un armarito. Cuadros y telas esparcidos por la habitación.
Colores.
Olores.
el silencio, las cerdas arañando e impregnando, tu respiración.

Tú, pintando.

Fuiste lo más hermoso que había visto en mucho tiempo.

3 comentarios:

  1. ¿Cuantas veces habré imaginado el cuadro que describes?..

    Infinitas quizá, y seguiré haciéndolo, porque, en sí, su belleza es tal, que no hay lienzo que la plasme ni la contenga....

    Bello tu blog, pasé por casualidad, pero no ha sido ninguna casualidad que me quedase por aquí.

    Un saludo con gran admiración...

    ResponderEliminar
  2. Estoy de acuerdo, no hay modo material de contener un momento así... Confieso que hay veces que no aguanto la belleza y la destrozo acercándome, oliendo, desnudando y golpeando sangre, huesos y carne.
    Qué le vamos a hacer...

    ResponderEliminar