martes, 14 de diciembre de 2010

Carta a los reyes magos

Carta a mi familia, con la que comparto las próximas fechas, para intentar convercerlos y cambiar el scalextric por otras peticiones:

"Dadas las fechas que se aproximan, que no son más que circunstanciales por no haber inventado el humano un calendario que no fuera cíclico en nigún sentido, tarde o temprano se cumplen periodos que, debido a nuestra realidad de puntos cronológicos en el infinito pseudo-eterno, nos complace celebrar para sentirnos más transcendentes en lugar de infinitesimalmente absurdos dentro de tan abrumadora cantidad de tiempo que nos contempla, hacia atrás y hacia delante, en la historia conocida o intuida y en el futuro esperado.

A ello, siempre se une alguna que otra religión. Para nosotros, la que se estableció por circunstancias político-económicas en nuestro país allá por tiempos del Imperio Romano, que posteriormente siguiría uno de los muchos caminos en los que ésta se acabaría dividiendo en los primeros siglos de la edad antigua y más tarde en la época de la reforma. Esta circunstancia casual provoca que los nacidos en estas fronteras viven determinados por las costumbres que dicha religión impone tras años de arraigada culturización. Una de ellas es el gran acierto de sus diseñadores al hacer concurrir la festividad de la natividad de una de sus divinidades con el fin del periodo establecido para contabilizar el tiempo en esta tierra. Con ello, los líderes religiosos del momento consiguieron dar más relevancia a su celebración.

Bien, tras esta introducción de las casualidades que rodean la fecha que se aproxima, voy al objeto primero de esta carta. Éste no es más que comunicar que no voy a comprar regalos de navidad, ya que me parece una costumbre absurda, inventada en su día por otra panda de listos que supieron aprovechar las ya coincidentes dos fiestas antes tratadas para añadir unos supuestos tres reyes magos o un barrigon horteramente vestido. Entiendo que un regalo es algo interesante cuando, para una persona a la que quieres complacer, se te ocurre comprar algo que le guste, porque hayas encontrado en una ocasión determinada algo que le pudiera alegrar, o porque es un momento especial para esa persona. Sin embargo, los regalos de navidad no comparten nada de lo anterior: son regalos adquiridos apresuradamente, excesivamente caros porque toda empresa se aprovechará de las circunstancias de obligatoriedad, y sin ningún tipo de sorpresa o satisfacción para la persona regalada, porque no deja de ser una costumbre, y ¡qué peor regalo que el que se hace por costumbre!

Entiendo que quizás vosotros no compartís mis ideas. Aún así, me gustaría que tampoco me regalaseis nada. Y que reservarais vuestro dinero y esfuerzo para cualquier día perdido en el año, sin ningún significado especial. Probablemente ese día necesite mucho más de alguien que me pinte una sonrisa sorprendiéndome con algún presente especialmente encontrado para mí, sin prisas, sin obligaciones... Aunque sé que a lo mejor llegáis a estar de acuerdo con mis argumentos, también sé que es muy posible que continuéis en la tradición. A veces es complicado escapar de ella, aunque uno esté convencido de qué es lo que quiere. Probablemente en este logro se base la libertad y la construcción personal de uno mismo y de su personalidad. Así que no deberíamos cejar en el empeño."

1 comentario:

  1. Algún día te enseñaré lo que escribe mi padre, porque se parece tanto a lo que has escrito tú aquí... 1 beso, sabonis.

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