lunes, 25 de octubre de 2010

distancias. fronteras.

Uruguay está a menos de una hora en barco de Argentina, andáte a cruzar no más el Río de la Plata.

[distancias medidas en horas. afectos medidos en palabras]

Los trámites en la frontera son rápidos y sencillos. Viajo con una chica a la que casi no conozco. Veo en su pasaporte que tiene las señales (o las heridas) de haber pasado por Palestina. Y durante todo el fin de semana me va contando, de a poquito, el viaje que ha hecho este verano con su padre al país natal de éste, de donde está desterrado. Le duele hablar, así que yo escucho palabras y silencios, paréntesis que duran horas, sin más exigencia que la de estar a su lado, a pesar de mis ansias por saber todo lo que vio y sintió.

[el humano de las antípodas hace escala en Singapur antes de regresar a España. le cuento que yo tenía una guía de ese país, comprada en un mercadillo, que me hizo soñar muchas veces con escaparme, volatilizarme. me cuenta que ama Asia, en respuesta a mi mail de mi amor por Sudamérica. entre ambos amores, la frontera del Pacífico]

Como el padre desterrado no puede pasar por Israel, intentan llegar a Palestina por Jordania. Tardan catorce horas en atravesar los setenta kilómetros que existen. La interrogan, la separan de su padre, le exigen folios y folios de documentos que digan quién es ella y qué ha venido a hacer allí. Papeles que demuestren que no es una amenaza (¿pueden los papeles timbrados, las firmas y las palabras decir quiénes somos?). Ella piensa que no les van a dejar pasar. El padre lleva cuarenta años sin ver a sus hermanos, la idea de no poder abrazarlos habiendo estado tan cerca no se le pasa siquiera por la mente. Están a más de cuarenta y cinco grados de temperatura.

[mi madre emigró con siete años a otro país -sudamericano- y regresó para casarse con mi padre, con quien estuvo escribiéndose cartas durante tan sólo medio año antes. se siguen amando hoy en día. las cartas están guardadas, dicen que las podremos leer cuando ellos ya no estén]

Ella, mientras esperan a un traductor cuya única misión es retrasar más el trámite de entrada al país, piensa en lo dantesco de la situación, en lo absurdo. Errores humanos encadenados, una primera guerra mundial que llevó a una segunda, y ésta que llevó a un conflicto perpetuado hasta nuestros días, una tierra de nadie y de todos, un conflicto de poderes.

[en la distancia, las apuestas son del doble o nada. la relación se alimenta -con una voracidad inaudita- de cualquier gesto cariñoso, y se atraganta -rozando la anoxia- con cualquier incomprensión]

Al final los dejan pasar, a ambos. Tiene la oportunidad de conocer a la familia, a su familia. A partir de ahí la historia aún tiene demasiados pasajes vacíos, quizás en las próximas semanas pueda ir contándolo, masticándolo, sin tanto dolor pujándole.

[tengo la sensación de que pocos relatos logran sorprenderme ya. es un mal síntoma (en "Pretty woman" ella vive en ambientes sórdidos pero afirma, a diferencia de él, que la mayoría de la gente la deja de piedra), es una amenaza de deshumanización, de tolerancia al horror. pero hay un detalle que me hace pensar que aún estoy a salvo de la litiasis del corazón, algo que deja intuir que me defiendo con esa frialdad de todas las barbaries que escucho, pero que en el fondo siguen despertando en mí ira y piedad: tengo una necesidad terrible de abrazos. piel sin distancia, y sin fronteras]

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