Hoy hemos estado recordando momentos, anécdotas, de cuando eramos pequeños...me encanta oírla.
He descubierto que de pequeña me encantaban las flores, al parecer siempre traía a casa y las ponía en un vaso con agua. También me ha dicho que plantaba todo lo que se me ocurría ("Vamos a plantar un árbol, abuela"): semillas, ramitas, garbanzos, huesos de fruta...
Me ha contando cómo era mi padre de niño, de adolescente, de adulto...me hace ilusión conocerlo desde otra perspectiva, en otra época. Mi padre con lo "obediente" que es desaparecía de su casa un par de días para irse con el coche y conocer sitios. Increíble.
Otras veces hablamos de la guerra, del hambre, de como ella tenía que ir a pedir cáscaras de patata para comer algo. De mi abuelo que luchó por la república hasta barcelona y luego se volvió andando.
Me enseña a cocinar (sus croquetas son las mejores), a coser (hacía ropa para mí y para mis muñecas cuando era pequeña) , a salir adelante, a no quedarme quieta.
Muchas veces, acaba llorando (yo me parezco a ella en eso: soy una llorona) y se me contagia...Dice que es triste morirse de joven, pero que también lo es ser vieja: encontrarte bien, con ganas, pero con "achaques" que te impiden hacer lo que quieres. A sus 81 años no le importaría morirse, que ya no pinta nada aquí ( ¡a mí me pinta mucho!) Le hubiera gustado nacer más tarde para poder ser enfermera (practicanta según ella) y se ha comprado un libro "del cuerpo humano".
(Esta es la puerta de su casa, en aquellos años)
Este es mi homenaje a ella. Espero que sepa cuánto la quiero yo también.
Siento cierta envidia por todos aquéllos que habéis disfrutado y sentido el cariño y la sabiduría de un abuelo... tenéis algo especial, creo que se os queda un noséqué distinto, como si os transmitieran un poquito de savia del árbol viejo que ellos son...
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