martes, 1 de mayo de 2012

Corporalidad

Era ya de noche en la ciudad. La sombra de Nous vagaba entre las brisas que chocaban en las esquinas de las calles. De un rincón oscuro llegó un grito.
–El viento porta también sonidos –observó para sí Nous. Unos faros inoportunos iluminaron a Soma, que volvía a gritar. Estaba acompañada por un simple humano. Disfrutaban del sexo en plena calle, refugiados en la negra humedad de aquel rincón urbano. El coche intruso siguió su camino.
–Veo que sigues en lo mismo... –le inquirió Nous.
–¿Acaso hay algo mejor, neblina sin sentidos?
–Lo mejor puede ser lo más real.
–Esta es mi realidad.

Soma quiso así zanjar el dialogo, algo tenso. Tras una pausa, cambió el tono a más conciliador.
–Lo siento, sabes que no gusto de hablar.
Y de nuevo empezó a gemir como en éxtasis.
Hacía tiempo que no se encontraban, aunque resultaba curioso el que siempre acababan cruzándose. Tal vez el haber sido Una les seguía amarrando en cierto modo.
Nous la dejó allí. Viejos recuerdos la invadieron. Se elevó a refugiarse entre las nubes. Y siguió meditando. En ocasiones añoraba el poder dormir.  


A veces echo en falta la posibilidad de vivir entre carnes y cuerpos, entre animales, sin plantear medios ni fines, ni buscar metas más allá de mi alimento. Echo en falta un interruptor tras la oreja donde parar los sistemas del neocórtex. Dejarme llevar por los ríos de dolor y placer en su ondulación inarmónica. No pensar. No necesitar distraer la atención para engañarme y dormir.  Olvidar y borrar toda memoria, todo lenguaje, todo concepto abstracto... sólo sensaciones, estímulos, instintos... La infinitud de la vida espiritual me ahoga.

Pero a veces echo en falta la posibilidad de vivir entre espíritus. Me cansé de ser animal cada día, de beber, comer y dormir. Me cansé de mis procesos digestivos y de los achaques de un cuerpo que envejece. Echo de menos una puerta en la nuca por donde salir y abandonarlo. No sentir, no depender. Borrar la adicción al sexo, y la necesidad del abrazo. No quiero alimentarme, ni ducharme, ni dormirme, ni dolerme, ni insaciarme... El ciclo continuo de la vida carne me agota. 

A veces quiero ser Nous. A veces quiero ser Soma. Pero siempre soy las dos cosas.

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