domingo, 6 de mayo de 2012

Be afraid to not try

Viernes tarde de alcohol y palabras. Intercambio copas con un señor que ya se ha hecho mi amigo, aunque tenga edad de ser mi padre. Hablamos de la vida. Entre teoría y teoría él me explica lo que cree que es nuestro mayor problema: demasiados "¿Y si...?" y muy pocos "¿Y qué?". Estamos educados en el miedo. Desde todos los puntos a donde uno mire es difícil no acabar siendo un acojonado, un miedica, un cobarde. A todos nos pasó, todos tuvimos padres que nos construyeron para no dar nunca un paso al frente.

¿Y si no me gusta, y si no le gusto, y si me pierdo, y si me equivoco, y si me despiden, y si me duele...? ... ¿Y qué?

El sexagenario me confiesa que si volviera a vivir, si tuviera otra oportunidad, viviría sin miedo. Esa es su espina clavada.

Y para mí pensaba que el maldito llevaba razón, la razón que dan los años y la perspectiva de mirar atrás y arrepentirse por lo no hecho en lugar de por lo intentado. Y pensaba que yo no podía pecar a sabiendas, no podía llegar a viejo y arrepentirme de los mismo. Aunque también pensaba en el miedo a perder lo que se tiene, eso que no se valora hasta que se va. Es complejo arriesgar los pilares de una vida, los que sabes que, cuando no estén, cojearás durante años. Y por eso él me aclaró: si tuviera otra oportunidad no significa lo mismo que si diera marcha atrás.

La tarde avanzó para meterse en la noche. Faltaba la última cerveza, la que yo pagaba. Me llevó a un bar desconocido, un espacio multicultural, con galería de arte incluida. Encima de la barra una gran pizarra donde habitualmente se escribe la carta de comidas: tapas, montaditos y raciones. Pero aquella noche no había nada, sólo una frase escrita en mayúsculas y en cinco líneas:

DON'T
BE AFRAID
TO FAIL
BE AFRAID
TO NOT TRY

Se lo mostré al abuelo, puso cara de sorpresa, y rió.

Nota: el bar al que se hace referencia es Galerías Aurora, en Sevilla.

1 comentario:

  1. Hace poco me decía algo parecido, qué habría sido de mí si hubiera tomado esta decisión en lugar de aquella. Pero el reparto no es justo, no todos tenemos la suerte de nacer en la familia que hubiéramos querido o en el entorno más adecuado para nosotros. La suerte está echada desde la 1ª vez que vemos la luz. Eso alivia el autocastigo por los errores cometidos o puede disculpar nuestros miedos, aunque lo mejor es echar la vista atrás lo menos posible. Cualquier tiempo pasado, diga lo que diga Manrique, no fue mejor.

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