jueves, 5 de abril de 2012

Más sobre mujeres


Ceno a solas con la mujer-sonrisa y me cuenta su historia. Tiene 50 años, a los 30 se quedó viuda y con un bebé con problemas de audición. Una noche se lió con un hombre casado que al mes lo dejó todo para irse con ella y aún sigue cantándole todas las mañanas al oído lo bonita que es.

Me contó que pasó de "pobrecita" a "puta" según la opinión general.

La mujer-poema me cuenta una historia: la de una chica que pidió una habitación de hotel, una en concreto, lujosa, con vistas al mar. Era una hora cualquiera, e iba sola. Subió, cerró la puerta tras de sí y luego se le escuchó gritar: "¡te he dicho que no!" "¡que me dejes!" "¡que no, déjame!!"
Al cabo de un buen rato salió, pagó la habitación y se marchó.

Me contó que hay ocasiones en que tenemos que buscar la manera de irnos de allí donde quisimos y no pudimos.

La casera de la mujer-vida organiza cenas pakistaníes en el salón de su casa. Invita a mujeres que no conoce, mediante una página de internet. Me cuenta que charlan y se cuentan experiencias, son de lugares del mundo que no sabría situar en el mapa, de todas las edades, que comparten sus costumbres y cultura con las demás.

Me dice: sin prejuicios ni tonterías, se respira tolerancia y ganas de vivir de cada una de ellas a pesar de sus tristes historias...

Llamo a la mujer-verde en su cumpleaños. Me habla de todo con entusiasmo, de la vida que avanza sin cesar, de su trabajo y su pelo, de las anécdotas. Me habla de todo menos de una cosa que tiene estancada en el tiempo, que no fluye ni cambia. Le pregunto directamente y me suelta una evasiva: "ahí está, haciéndome la cena..."

Me contó por enésima vez que no es el momento de dejarlo.

Cada día que pasa, más dueña de mí misma,
sobre mí misma cierro mi morada interior;
En medio de los seres la soledad me abisma.
Ya ni domino esclavos, ni tolero señor.
"Van pasando mujeres" de Alfonsina Storni

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