Fuegos artificiales. Risas y alcohol. Música y baile. Vestidos ajustados.
El ser humano nace solo y va cubriendo partes de su vida de la compañía que encuentra por el camino. Hay rincones a los que es más difícil llegar en esa purga del mezquino sentimiento de soledad. Suele depender de los recovecos que cada uno tenga en sus rincones. Pero, por ejemplo, debe ser sencillo acompañarse un miércoles por la tarde, o los fines de semana, o en los momentos de dicha. Resulta quizás más complejo lograrlo cuando estás mal, o antes de dormir, o cuando cierras fuerte fuerte los ojos y te preguntas quién estará pensando en ti.
Supongo que todos en algún momento hemos creído que los humanos en realidad estamos solos, a pesar de cómo nos intentamos mezclar entre nosotros. Pero luego nos enamoramos, alquien nos empieza a querer de verdad, y olvidamos todo esto. Y con suerte se alcanza el milagro de que hasta en el último rincón de tu vida puedes sentir una sombra velando por ti. Y ya no sientes tanto frío... Es un bonito milagro.
No me gustan las nocheviejas. Digo que me vuelven nostálgico y que me hacen recordar el inexorable paso del tiempo. Y es cierto. Pero también lo es el que en esa noche tan larga siempre me siento realmente solo. Quizá porque ningún 31 de diciembre he dormido acompañado. O quizá porque nunca encontré tolerancia entre tanta celebración.
Pero bueno... 2012 es sólo una cifra, ¿no?
domingo, 1 de enero de 2012
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Igual me he sentido siempre yo también. La Nochevieja es una noche extraña...
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