martes, 18 de enero de 2011

Fugire

Todo empieza cuando acaba la película.

La ducha no consigue limpiarme de esa sensación.

[...]

Aprovecho que Ada se baña, para coger su mochila. La lleno de las cosas que creo imprescindibles mientras se me caen las lágrimas: tengo que huir.

No me imagino yendo mañana al hospital, como un día cualquiera. Se darán cuenta a las dos, dos y media cuando no llegue a la guardia. Me llamarán para ver donde estoy. Será tan impropio de mí, que se preocuparán pensando que me ha pasado algo. De todas maneras, ya no lo sabré, porque voy a tirar el móvil en la estación, en la primera papelera.

Ropa interior, el polar, mis vaqueros favoritos, calcetines calentitos, el neceser,… creo que ya llevo lo suficiente, de todas maneras, aunque sea poco romántico tengo la tarjeta de crédito con todos mis ahorros.

Me paro en la puerta de mi habitación: la miró. La cama hecha, el tablero con las cosas pendientes, las fotos, la estantería con cajitas, los armarios cerrados llenos de ropa,… ¡qué nudo!
Cierro por fuera, es mejor no ver más.
Dejo una nota de buenas noches a Ada, así gano tiempo para desparecer.

Abro la puerta de casa con las llaves, sin hacer ruido, y salgo despacito. Hace frío en la calle, me pongo los guantes, y ando.

[…]

Ocupo mi sitio en el autobús, qué pena que no salga ningún tren a esta hora, sería ideal para lo que siento. No he cenado pero no tengo hambre. Apoyo la cabeza en el abrigo que he doblado a modo de almohada. Voy escribiendo mentalmente mis cartas de despedida:

Escribiré a mis padres, pidiéndoles perdón por marcharme así. Ellos nunca lo entenderán, pero quizá algún día lo acepten.
Le escribo al hombre más maravilloso que he conocido, nadie me ha querido como él y sin embargo le dejo atrás como al resto de mi vida perfecta: no hay un motivo. ¿qué pensará? ¿Se sentirá triste, dolido, desgraciado? ¿Llorará por mí?
A mis amigos, les explico el porqué de esta ansia por escapar, cambiar de vida. Se sorprenderán, que alguien huyera podía ser previsible, pero todos apostábamos por otra persona. Estarán los que piensen que me hallo en un estado de enajenación mental transitoria. Otros me mirarán con más interés, me envidiarán, desearían hacer como yo. Romper los hilos invisibles que te unen a tu día a día: levantarte para ir al trabajo, volver, estudiar, salir, quedar,…

El traqueteo del motor me duerme.

Aun está oscuro.

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