domingo, 4 de noviembre de 2012

Estados crepusculares


Estados crepusculares es una denominación un tanto poética del estrechamiento del campo de la conciencia, esto es, de la reducción tanto cuali como cuantitativa del nivel de conciencia de una persona. Son estados excepcionales, donde la persona sigue actuando como un autómata que luego no recordará lo sucedido.

Sin embargo, a veces me da la impresión mientras observo al resto y a mí misma, de que no son excepciones sino la norma.

                                                                                                                                   

Hay días en los que estoy más viva. Sin motivo aparente, o con demasiados, por momentos salgo de ese estado de focal semiinconsciencia en el que se me diluyen demasiados días de mi vida.

Porque algo cambia. Siempre cambia algo y se me despiertan las células, se me desperezan las sinapsis y los axones, se me rellenan capilares antes yermos. Hago girar la rueda de la intensidad del color, saturando papilas y pupilas y folículos pilosos, como si absorbiera y reflejara un espectro de longitudes de onda mayor del que pensaba que podía tener. Conectada a la vida. Desentumecida. Terremotizada. Con ganas y sin cansancio ni excusas.

Mi madre decía que hay que tener siempre una ilusión. La que fuese. Valía, por ejemplo, querer cambiar las cortinas. También hay que tener algo que leer. Revista, panfleto, ensayo, receta de cocina, da igual.
Si te faltan las ilusiones o las palabras escritas, te pudres.

Un hombre se puso violento, lanzando sillones por los aires. Sucedió ayer. Una mujer se enfrentó a ese hombre violento, y lo tranquilizó. Todo el mundo la consideró arriesgada y valiente. Me dijo después que le tenía miedo a la oscuridad, "porque no la controlo".
El asunto, pensé, es entregarse en cuerpo y alma en todos los casos en los que el miedo no nos paraliza.

A mí, una de las cosas que siempre me tienen aterrada es la pérdida de mi libertad. Es una sensación absolutamente subjetiva, que soy incapaz de traducir y transmitir, pues no existen conceptos para algo, a todas luces, tan ambiguo.

Pero celebro cuando se me llena el vaso de ilusiones, cuando me brota el color de la carne y se me diluye el miedo, celebro cuando los crepúsculos ceden y me siento más libre y me vuelven a florecer las alas, como yo digo.

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