domingo, 28 de agosto de 2011

Un ser humano

Con un libro en la mano sobre antropología filosófica estudio qué es el ser humano. Lo hago sentado junto a la ventana abierta de mi piso desde donde, desgraciadamente, no veo verdes campos, ni altas montañas, ni siquiera una plaza urbana. A pocos metros (el ancho de una calle peatonal) contemplo la escondida vida de otros vecinos desde sus ventanas parejas a la mía, aunque ellos guardan su oscura vivienda con persianas dormidas.

Repito pensamientos leídos de Ortega y Gasset... "el ser humano que habitaba el paraíso inmerso en la naturaleza sin problemas se hace humano cuando comprende la muerte y el límite del tiempo" ... "lo que más vale del hombre es su capacidad de insatisfacción" ...

En estas, me pregunto cuánto cabe en ese ser humano donde incluyo mi propio yo. Supongo que también deben ser humanos el matrimonio que desde la ventana opuesta entreabierta lanza gritos recíprocos y malas palabras de rutina y vida hastiada, cansados de no ser libres el uno del otro. Incluso ahí dentro de esa humanidad está otro habitante de la planta baja empeñado en que la música que escucha también sea escuchada por todo el barrio.

Empieza a despertarme cierta misantropía el repaso al catálogo de humanos disponibles en mi alrededor, unos más cercanos a los pre-sapiens que otros. Luego caigo en el propio Ortega y Gasset, también miembro de este club. Y sin saber por qué, recuerdo a aquel desconocido que se puso delante de un tanque. Ver de nuevo su imagen alienta cualquier esperanza:




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